Desencuentro

-¿Estás ahí?
Una voz, precedida por un borboteo líquido. No era como ninguna que conociera, como si fuese más mecánica, y su eco era confuso.
Quise contestar, pero no supe cómo sacar la voz.
-¿Estás ahí?
¿Por qué no respondía?
Buscó en el profundo pozo negro, que lentamente se expandía y se contraía, siguiendo el ritmo del redoblar de unos tambores tribales, lejanos, muy adentro.
No halló nada, y una sensación aprehensiva acarició su pecho.
-Vamos… Tenés que estar por ahí…
Los ojos, entonces, no le servirían.
Traté de tomar una bocanada de aire, pero no supe cómo empezar.
Quise dar una señal, pero no supe dónde estaba.
Las tinieblas nublaban todo, se agitaban, se torcían, consumían todo lentamente, amenazadoras, provocadoras.
Las sombras serpentinas ahogaban, ataban, no dejaban que conteste.
Habían dominado.
Se hundió un poco más en el oscuro abismo latente. Vio cómo me revolvía tratando de alejar las ataduras, pujando hacia la luz.
Tan frágil… tan fácil de doblegar.
Vulnerable, y sin decidir aun si dejarse arrastrar o volverse a la líquida voz. Una imagen de su horror, macabra, tan preciosa.
El sonido acampanado, acuoso, constante eco acompasado esfumó despacio el cuadro.
Respirando apenas como podía, dejó ir la imagen.

Se retiró del espejo, saliendo con un poco de algo similar a la nostalgia de los ensueños de sus dilatadas pupilas. Se sentó en el frío mármol de la bañera, y miró con consternación el grifo, que goteaba, marcando un pulso tétrico.
Su conciencia no respondía, las tinieblas la ataban sin dejarla asomar.
Se sonrió. Seguro que se lo merecía.

M~

P.S.: Feliz Cumple Sam.

No hay comentarios:

Publicar un comentario