Carta nº 46

Marzo 2011

Es un juego eterno. Tiramos un dado, avanzamos un casillero; tiramos un dado, retrocedemos dos. Cada cierta cantidad de jugadas, caemos en el mismo casillero. El mundo, fuera de esa burbuja, se despedaza.
Una mirada atraviesa el espacio, ignorando luz, movimiento, objetos, gente. Una mirada que atraviesa el caos circundante para dar con tus ojos. Porque no hay más; en ese casillero solo estamos nosotros.
A veces creo no entender cómo hacés para sentirlo, pero se me demuestra que lo sabés, igual que yo. Y es por eso que después de un mes de haberte creído erradicado de mi mente, lo invadís todo, como una plaga que no bien toca la superficie se expande a gran velocidad. Llegaste tan profundo, hasta mi sueño, otra vez.
Y ahí te quedas, obstinadamente sonriente, espantapájaros sin cerebro.

1 comentario: