De Historias y Leyendas

Hay historias que se ocultan detrás de relatos inocentes. Y abundan de esas entre las leyendas de la gente que en otra vida habitó estas montañas.
Cada piedra es testigo. Cada rasgo natural habla de una raza o de un pueblo.
Jamás comprenderemos del todo a la gente del pasado, gente que vivía entre las piedras y los arbustos, sobreviviendo.
Ellos al menos sabían lo que hacían. Y sabían por qué hacían lo que hacían; al menos esa impresión me llega de sus historias. No veo el derroche, ni la ostentación.
Entre estas leyendas, y horas de contemplación, comencé a cumplir una meta personal, respecto de las leyendas de los pueblos antiguos, y el descubrir su real mensaje.
Un sabio me dijo una vez que la “gente de la naturaleza” sabía muchas cosas que hoy desconocemos. Que mucho de ellos portaron esa sabiduría hasta morir, y muy pocos la transmitieron. Los más ancianos se negaban a enseñar, porque sabían que el género humano no estaba listo para hacer uso moderado, respetuoso y consciente de ese conocimiento, ese poder.
Pero de esos tres preceptos, los jóvenes de los ancianos que sí impartieron la sabiduría, erraron en aprender la moderación, y guerrearon a sus hermanos de raza. Y mirando a sus hijos a los ojos, con lágrimas, sabían cuándo no iban a regresar. Cuando veían ese rostro de muerte se apresuraban a contar los secretos de la sabiduría a sus hijos, sabiendo que no serían ancianos, pero tal vez sus niños sí.
Y los pequeños fueron criados por los ancianos en ausencia de sus padres, y se les enseñó a crecer sabiendo. Un modo de madurar tan complejo que esos niños, una vez crecidos no le desearon lo mismo a sus hijos, y así, llegamos a aquellos genios de las palabras que dosificaron la sabiduría en cuentos para que el conocimiento no pesara en sus hombros, y la responsabilidad fuese más natural. De allí, una responsabilidad hecha instinto, parte de su esencia, y luego, nacería el miedo, que atraería el silencio. Y la magia en las historias se perdió en la inocencia, en la sencillez.
Los ancianos lograron su cometido. No estamos listos para la sabiduría y solo vemos el entretenimiento.
El sabio me contó esta historia porque yo pregunté demasiado, y dudé de la sencillez de las leyendas.


(Incompleto)

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