En base a un sueño

Me encontré sentada en mi tumba,
la fría piedra, la brisa húmeda; el ambiente muerto.
Estuve allí, desde tu sublime aparición,
que me transportó a tiempos inmemorables,
-el Apocalipsis de tu presencia,
mi mundo irrumpido-
Tus suspiros volaron mis sueños.
El plan de mi propio purgatorio,
para condicionar mi insulsa muerte,
me trajo tus ojos frente a los míos;
el inocente suelo,
las cenizas de lo perdido,
aquello a lo que quedó reducido mi éter,
recobró su luz,
y el verde de la naturaleza que compartíamos.
Te acercaste;
y de tus pasos, volvió a contar el tiempo.
Tiempo bendito,
tiempo maldito.
Tomaste mi mano,
y las tormentas rieron,
con sus roncos, graves vozarrones,
como las tormentas de sensaciones
que solían debatirse en mí.
Me apoyaste en tu pecho,
y encontré mi cuna,
mi cama, y mi verdadero lecho de muerte.
Besaste mis labios,
y me nutrí de ellos,
como si frutos prohibidos;
e hicimos renacer el pecado.
Nuevamente viví.
Recobré el aire, las ilusiones y los sueños.
Y no quise más que decirte...
"¡Puedo vivir!, mas entregándome...
porque mi mundo después del mundo,
no es más que tu infinita imagen.

Es una real pena no encontrar la fecha de este poema, pero la buscaré.

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