La culpa

Sigo rescatando del pasado todos los mensajes que no pude decifrar. Sigo rescatando del pasado las bases enclenques de un Yo desarrollado. Sigo rescatando del pasado sorpresas para el presente.
Hoy dije que la culpa es una negación. Instantaneamente vinieron a mi cabeza estas palabras de un pasado:

"La culpa. La culpa a uno lo ahoga, apretando cada vena del cuello, llenando esos espacios vacíos con ese sentimiento que, alimentándose con el rumor del engaño, la mentira, la soledad, y demás malas sensaciones, hace que uno entierre sueños, propósitos y metas con un epitafio que siempre delata nuestro estado neutro que nos mantiene, no complacidos, pero bastante conformes, lo que hace que pidamos más y al hacerlo nos tapemos la boca, dejando que esos gritos sean oídos solo por las personas más cercanas, o simplemente, que sean mudos al mundo, y a veces, mudos hasta para nosotros mismos.
Ahora, ¿que clase de conformismo hace que enterremos las nuevas sensaciones, si cuando les caminamos por encima, una vez que creemos haber terminado el trabajo, nos maldecimos por no ser lo suficientemente valerosos de haberlas enfrentado?, ¿eso es conformarse?.
Yo creo que en ese estado, cuando uno camina sobre la tumba del deseo, la culpa es aun peor, porque uno no se siente mal por otro, no ha lastimado a otro, no ha engañado a otro, se esta sintiendo mal, se esta engañando y lastimándose... a uno mismo.
No se puede comparar la culpa de dejar un estado que parecía ser perfecto con un poco de paciencia, a la culpa que se siente cuando uno abandona una creación de la imaginación, en combinación con la mente relacional, como podría ser un deseo, o una imagen nueva.
Simplemente, uno se ahoga de todas formas... pero a mi parecer, es por etapas.
Uno se siente bien al principio por haberse realizado, por haber sido fuerte y osado, por haber probado algo nuevo, y haber dado un paso adelante; luego se siente culpable, casi siempre sumido en oscuridad y soledad, con el corazón blando, por aquello que dejó.
Pero creo que las cosas pasan, y cuando algo damos por terminado, es por alguna razón, y todo lo que nos rodea, nos acompaña, hasta nuestro mismo aire, se vuelve más dulce. No podemos lamentarnos eternamente las pequeñas o grandes cosas que en nuestra vida pasan, y simplemente pasan y se van frente a nuestros ojos. A veces la vida es demasiado corta para hacerlo. Otras, es tan larga y tediosa mientras uno se lamenta. Y ahí la pregunta es: ¿vale la pena?, ¿valió la pena?.

Aun no deja de brillar su mirada en mi cabeza. El recuerdo del momento en el que nos mecíamos, sobre el suelo, sobre el agua, en el aire, no recuerdo. Su mirada clavada en la mía, sus ojos brillantes indicándome cada movimientos, llevándome hacia donde quería, guiándome con solo mirarme. El brillo de sus ojos en el que me concentraba para que ese momento terminara siendo lo que ahora es. Un recuerdo patente de algo maravilloso que, aunque duro unos segundos, durará hasta que mi cuerpo aguante este último respiro.
Mis manos están frías porque las suyas lo estaban, mientras me mecían, mientras me acompañaba, mientras rozaba mis mejillas.
Y solo fue un encuentro fugaz, con la realidad, con mi realidad, que vino a mostrarme que por más que sea realidad, no deja de ser tan hermosa como mi fantasía, la ilusión latente en la que vivo sumida, con mi subconsciente como cómplice.
Y ahora tengo el valor de sonreír, sabiendo que no tengo miedo de cambiar el rumbo; sonrío ahora que tengo alternativa, y que sé que soy capaz de seguir un deseo, y enterrar un pasado.
Y aún así, a pesar de mi valor, a pesar de sus ojos clavados en mí, y a pesar de enfrentar la culpa, tengo miedo, y por momentos el miedo hace que me esconda, y que no sea yo.
Mis ojos ahora brillan, porque sus ojos brillaron en ese momento.
Mis manos están ahora frías, porque sus manos estuvieron frías mientras me rozó.
Mi rostro sonríe, porque el sonrió mientras estaba conmigo.
Y estoy detrás de mi mascara, porque el estuvo detrás de la suya también."

Escrito en Octubre de 2004

M~

1 comentario: