El Santo

Era menester, esta noche, expulsar esta idea de mi mente. Ya no había lugar ya para ella allí, y menos aun en estos tiempos que cambian tan rápido.
Esto, hoy, acá. Salido del insomnio, la bebida y mal armado. Un placer.

El Santo

Me tomé una copa, para reconciliarme con mi sobriedad. Los días me sobrepasaban, pero eso no era nada comparado con mis noches. Noches en las que ese mundo que era hasta recién, dejaba de ser, ahora es otro mundo y se desvanece, frenéticamente, mientras... mientras pasa algo más. Y así lo vi venir, ni con prisa ni paseando, como todo buen pensador del camino.
Era otro ser sobrenatural, de los que solo cruzo yo. Y dijeron que venia por mi. No puedo atribuirme tales hechos, ni tales calidades.

Estaba perdido, y lo vi muy bien ubicado. Lo supe por sus ojos.
Diría que caminaba por la senda errónea, si no fuera porque conocía otras verdades. Nos gusta ver la enfermedad en el remedio de los otros, como una forma enriquecida de la envidia, de la duda, de la cobardía...
Era la decadencia del genio, idealmente materializado.
Pero todo lo que hizo fue funcionar como un espejo. Eso que venia con el era un vida, una imagen, un sentir, que no eran más que el mío.
Yo no me atreví.
No me atreví, pero quise preguntarle sobre esas verdades, esas verdades que iluminan. Esas verdades que cierran ciclos.
El santo las leyó de mi cabeza. O tal vez, nunca lo hizo.
Y lo que vi, no con los ojos, fue revelador.
Sentí la vieja religión golpeando mi pecho. Un techo de estrellas en un lugar perdido.
Y gritos que trataban de decir cosas que no decían.
Castillos de humo, de nubes, de cartas, de sueños.
Quería y no podía. Podía y no sabía. Sabía que quería.

Veo pasar los días al lado de tu ventana
Letras... ¡Ay! Esta noche las letras lucen solo como letras.
Yo pensé que era otro ser sobrenatural, de los que solo cruzo yo. Pero no.
Era como yo.


Post Scriptum: Probablemente esta obra sea ampliada en breve.

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